El ejercicio de la ecuanimidad

Vamos a presentar el ejercicio de la ecuanimidad tal y como lo presenta Rudolf Steiner en varios de sus escritos:

Ejercicios del alma (GA 267)

Traducción propia:

Durante el tercer mes hay que introducir un nuevo ejercicio en el centro de la vida: la formación de una cierta ecuanimidad hacia las fluctuaciones que aporta el placer, la pena, la alegría y el dolor. El estado de ánimo que Goethe define como «Himmelhochjauchzend zu Tode betrübt» que significaría pasar del júbilo extremo a estar afligido de muerte (lo que indica una bipolaridad extrema) debe ser sustituido conscientemente por un estado de ánimo más equilibrado.

Se debe procurar que a uno no le desborde la alegría. O que ningún dolor pueda aplastarlo a uno contra el suelo. Tampoco ninguna experiencia puede llevarlo a la ira o al resentimiento excesivos, ni ninguna expectativa puede llenarlo a uno de ansiedad o miedo, etc. etc.

No hay que temer que este ejercicio le lleve a uno a empobrecer la vida o hacerla más sobria. Al contrario, uno pronto se dará cuenta de que que en el lugar de eso, lo que sucede mediante este ejercicio es que
aparecen cualidades más puras en el alma; sobre todo un día llega a sentir una paz interior en el cuerpo a través de la atención sutil. Esta se puede repartir por todo el cuerpo, de forma similar a los dos casos anteriores. En este caso moviéndolo desde el corazón a las manos y a los pies para, finalmente, llevarlo a la cabeza. Esto no se puede hacer cada vez, puesto que no se trata de hacer un ejercicio de ecuanimidad aislado, sino que se trata de poder ir adquiriendo una atención para poder alcanzar este equilibrio en la vida interior anímica.
Se debe apelar a esa serenidad de ánimo, al menos una vez al día, para poder hacer el ejercicio de dispersar esa calma desde el corazón. Aunque ya no sean exclusivos se se deben seguir haciendo los ejercicios del primer y segundo mes
.

De la ciencia Oculta, un bosquejo (GA 56)

Traducción propia:

Con respecto al mundo de los sentimientos, es necesario llevar al alma a un cierto estado de serenidad. Para ello es necesario que esta se haga dueña de la expresión del placer y de la pena, de la alegría y del sufrimiento.
La adquisición de esta capacidad podría dar lugar a pensar que uno se va a convertir en indiferente y apático cara a lo que le rodea. No se trata de no alegrarse con lo que produce felicidad, ni de qué no duela aquello que produce sufrimiento. Lo que se debe es dominar la expresión emocional de tristeza y de alegría, de sufrimiento y de felicidad. Si se empieza a vivir así, uno se dará cuenta de que no solo no se vuelve más indiferente, sino, al contrario uno aumenta su capacidad de percepción para sentir lo alegre y lo doloroso de su entorno.

Para lograr apoderarse de esta capacidad en el interior uno debe prestarse una atención exacta durante un cierto periodo de tiempo. Hay que procurar que uno pueda experimentar plenamente el placer y el sufrimiento sin perderse en una expresión excesiva e involuntaria.

No se debe reprimir el dolor justificado, sino el llorar desconsolado.

No la repulsión hacia una acción reprobable, sino la rabia ciega de la ira.

No la precaución hacia un peligro, sino el temor infructuoso del temeroso y así en el resto.

Estos ejercicios llevaran a aquel que quiera desarrollarse espiritualmente a la ecuanimidad necesaria para que en el nacimiento y actividad de su Yo superior en el alma, no aparezca su sombra que le lleve a una vida doble insana. Es, precisamente con respecto a estos asuntos, que uno debe no debe caer en el autoengaño. A algunos les puede parecer que que ya han adquirido una cierta ecuanimidad en su vida ordinaria y que, por tanto, no necesitan este ejercicio. Estas personas son, precisamente, las que tienen el doble de necesidad de este ejercicio.

Uno puede encontrarse bastante sereno ante las circunstancias de la vida habitual y perder todo ese equilibrio en el momento en que asciende hacia los mundos superiores.

En el desarrollo espiritual no se trata tanto de tener en cuenta lo que parecíamos tener antes, sino de lo que regularmente se practica, aquello que se necesita. Aunque esta frase parezca un contrasentido es correcta.

La vida puede haberte enseñado esta o aquella capacidad, sin embrago en el desarrollo espiritual lo fundamental es lo que uno haya logrado por uno mismo.

Si la vida le ha dado la capacidad de estar despierto uno debe desarrollar esa capacidad. Pero si te ha dotado de ecuanimidad se debe desarrollar esta mediante autoeducación para que la expresión del alma se corresponda con la impresión recibida.

El que no puede reírse de nada domina su vida tan poco como aquel que no puede controlarse, y que constantemente está soltando carcajadas.

En (Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores)

Traducción propia:

Lo tercero es la educación hacia la perseverancia. El que busca un desarrollo espiritual no se deja desviar de su meta mientras mantenga lo correcto de su meta.

Los obstáculos son invitaciones a ser superados pero no motivos para detenerse

GA 245

Insiste también en sus consejos para una iniciación esotérica GA 245:

Debemos tener cuidado de no ser arrebatados por la alegría, devastados por el dolor, que ninguna experiencia nos lleve a la furia o al enfado desmedido, que ninguna expectativa nos llene de ansiedad o miedo, que ninguna situación nos deje desconcertados.”

“Por ejemplo, de repente tienes ganas de llorar.

Este es el momento de hacer este ejercicio. Se hace un esfuerzo violento por no llorar en este momento. Intenta, cuando tengas ganas de reír, dejar de reír y mantener la calma. Eso no significa que no debas reírte más, pero tienes que dominarte a ti mismo, dominar la risa y el llanto»

Si quieres leer más ejercicios

Si no puedes llevar a cabo este ejercicio y necesitas regular tu intensidad emocional

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