El ejercicio del dominio de la voluntad

Vamos a presentar el ejercicio de control de la voluntad tal y como lo presenta Rudolf Steiner en varios de sus escritos:

Ejercicios del alma (GA 267)

Traducción propia:

Una vez practicado durante un mes más o menos, el primer ejercicio se puede añadir un segundo.

Se trata de buscar una acción que con toda seguridad nunca se haya propuesto uno en el transcurso de su vida. Se elegirá algo que se pueda llevar a cabo diariamente durante un prolongado periodo de tiempo.

De nuevo, es mejor empezar con una acción insignificante que uno se fuerce a hacer, por así decirlo,

Por ejemplo, uno decide regar una flor que ha comprado, a una hora determinada del día. Tras llevar esto a cabo durante un tiempo se buscará realizar una segunda acción de este tipo. Posteriormente se buscará una tercera y sucesivamente, pero siempre se habrán de mantener las acciones que uno se había propuesto anteriormente

De lo contrario, pronto se notaría cómo los frutos del primer mes se pierden pronto y comienza de nuevo la vieja dejadez de los pensamientos incontrolados.

Al completar este segundo ejercicio de llevar a cabo la propia  iniciativa uno tomará conciencia con sutil atención de que dentro de su alma aparece un impulso a la acción. Con este sentimiento se puede empapar todo el cuerpo y llevarlo conscientemente desde la cabeza al corazón.

De la ciencia Oculta, un bosquejo (GA 56)

Traducción propia:

Al igual que se hace soberana de su pensar el alma de la persona iniciada también debe adquirir control sobre su voluntad.

En el mundo físico-sensorial la vida domina la voluntad generando necesidades que la voluntad trata de satisfacer. En cambio, en el desarrollo de la vida superior el hombre deberá acostumbrarse a obedecer sus propios mandatos de manera estricta. De esta forma irá ganando la capacidad para no anhelar lo insustancial.

La falta de satisfacción y la volubilidad de la vida volitiva proviene precisamente del deseo suscitado por cosas de cuya realización no nos formamos un concepto claro. Esta insatisfacción puede desencadenar un cierto desorden en nuestra vida volitiva cuando, precisamente queremos despertar el Yo en nuestra alma.

Por eso, puede resultar muy positivo el ejercicio de darse una orden precisa a una hora determinada y mantener dicho mandato durante varios meses. Con el tiempo llegará a ordenarse la hora y la forma de ejecutar lo propuesto de tal manera que la ejecución se haga posible de forma exacta.

Así se evita la nefasta costumbre de decir: „quisiera hacer esto“, „quisiera hacer aquello“, sin pensar en la posibilidad verdadera de la ejecución.

Una gran personalidad (Goethe, Fausto II) pone en boca de la pitonisa las palabras: „Amo al que desea lo imposible“; y es el mismo Goethe quien dice: „Vivir en la idea, significa tratar lo imposible como si fuera posible“ (Aforismos en Prosa).

Estos aforismos no deben considerarse como objeciones contra lo aquí dicho. Porque la demanda de Goethe y la pitonisa (Manto) pretenden, sólo puede realizarla aquel que, habiéndose ejercitado primero en desear lo posible, se halla en condiciones, por su voluntad firme de tratar lo „imposible“ en forma tal que se convierta en posible.  

En (Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores)

Traducción propia:

Lo segundo será tratar de lograr una corrección en la consecuencia de nuestros actos (Control de actos).

Toda futilidad y disonancia en el actuar son suficientes para que la flor de loto de dieciséis pétalos se ponga mustia.

Cuando el que busca la iniciación ha hecho algo, él sigue a sus actuaciones y a las consecuencias de estas, Aquel que actúa de una manera diferente hoy que ayer nunca se desarrollará en el sentido del conocimiento superior.

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