Trascender el pensar

Meditar consiste en trascender el pensar, y tomar conciencia de que podemos trascender nuestro pensar lógico cuando experimentamos de que en esa acción estamos haciendo consciente el espíritu.

Ya se ha definido ¿qué es el pensar? y el siguiente paso en la meditación será poder comenzar un camino para elevarlo a través de la imaginación, inspiración e intuición..

Rudolf Steiner indicó que la meditación era el camino para llegar a tomar conciencia del mundo espiritual, y poder leer y relacionar las leyes universales que determinan el mundo y la vida. Estas serán válidas en cualquier lugar

El pensar intelectual nos agota, el trascendido nos vivifica

Cuando pensamos de una forma únicamente intelectual, es decir ligado a nuestros sentidos podremos llegar a agotarnos. Esta es la experiencia tras una jornada de trabajo que no ha sido creativa, o tras unas horas de ordenado.

En cambio cuando empezamos e ser creativos, imaginativos notamos una cierta vivificación y esto es debido a que empleamos nuestro cuerpo etérico para llevarlo a cabo

Problemas para trascender el pensamiento

Se requiere una cierta preparación y, además este camino ascendente no está exento de peligros de caer en fantasías y manejos de nuestro subconsciente, por lo que se debe caminar con precaución

No sirve nuestra conciencia habitual

Para este camino no sirve nuestra conciencia cotidiana o de vigilia, aquella con la que nuestro pensar se limita a relacionar, pero resulta poco creativo. Requiere una preparación de dominar pensamiento, voluntad y no dejarse arrastrar por las emociones, algo que se alcanza con los ejercicios propugnados por Steiner.

Hacer nuestro pensar activo

Lo primero es que debemos empezar a pensar por nosotros mismos y no a limitarnos a que nos piensen o a que nos llenen de ideas preconcebidas juicios elaborados por otros o clichés.

Este es un proceso activo de pensar, abandonando la pasividad que suele inundar nuestro pensar.

Para lograr ese pensar activo deberemos hacer pasiva nuestra voluntad, que suele ser la parte activa. Muchas veces nuestra voluntad tiñe nuestro pensar de lograr encontrar alcanzar un resultado alejándonos así de la verdadera objetividad y de la sincera búsqueda de la verdad.

Estamos acostumbrados a conocer la realidad mediante nuestros sentidos

La manera en la que hemos crecido para conocer el mundo es a través de las impresiones de nuestros sentidos que se convertían en percepción de la realidad.

El problema es que esta forma de captación puede confundirnos fácilmente.

Steiner afirma que la realidad espiritual está formada de la misma sustancia que los pensamientos, por lo que debe ser el hecho de profundizar en ellos la forma que tenemos de poder irnos elevando.

Necesitamos nuevos órganos de percepción

Para poder acceder hasta estas nuevas representaciones deberemos ir desarrollando nuevos órganos de percepción, los que Steiner denominó en su libro de Cómo se alcanza el conocimiento de los mundo superiores.

Pensar lo que no ha sucedido

Cuando pensamos en un objeto y más en un hecho (que ya ha ocurrido) nuestra conciencia mira al pasado.

Steiner dijo que interesante es tomar conciencia de las obras no escritas de Goethe y Facundo Cabral lo expresa de manera más graciosa «la magia extraordinaria de Gabriel García Márquez que me plagió cien años de soledad aprovechando que a mi todavía no se me había ocurrido.«

Esto nos está llevando directamente ya al paso de la imaginación, que es creadora.

Un camino, pensar el pensar

EL pensar es diferente del sentir

En el sentir no me puedo olvidar de mi, porque soy el sujeto de dicha emoción. Si digo que una rosa es una rosa, no indico nada de mi, algo que sí hago cuando declaro que me gusta.

El pensar se sostiene a si mismo

A diferencia del sentir, no puedo saber nada de mi por el hecho de conocer conceptos.

Dado que el pensar es una actividad que se sostiene a si misma por dirigirse solo hacia el objeto observado y no hacia la personalidad pensante. Al mismo tiempo, el que piensa se olvida de que está pensando mientras lo está haciendo. Y solo se puede observar el proceso pensante una vez que ya se ha pensado. Ese proceso requerirá del propio pensar para llevarse a cabo.

Por eso el hecho de observar el curso de mi pensamiento, de seguir ese hilo puede llevarme a conocer mi Yo.

La actividad del pensar como cáliz espiritual

Este pensar activo se convierte en un grial que puede acoger mediante las imaginaciones activas las relaciones entre el pensar y lo espiritual. El pensar ya no observa solo sus pensamientos, sino que aparecen ya impresiones puramente espirituales atraídas por este pensar puro.

Esto se logra porque el Yo despierta su luz espiritual y logra trascender su espacio y su corporeidad y su egoidad.

Tras el pensar llegar a la voluntad

La voluntad es una de las fuerzas del alma y la más inconsciente, unirla al pensar es un camino de ascenso de la conciencia.

Se trata de generar una nueva fuerza activa y transformadora que pueda penetrar en la voluntad. Logrando un pensar plenamente querido y una voluntad, plenamente pensada.

Podemos tomar conciencia de que estamos entrando en un camino de trascendencia del pensar cuando se despierta en nosotros un verdadero sentimiento de responsabilidad, observando que el fruto de nuestro pensar puede crear destrucción o, por el contario favorecer el verdadero desarrollo de la humanidad.

La voluntad que se vive como actividad pensante, de ese pensar que ha trascendido su corporeidad y su egoidad y es capaz de llegar alcanzar lo espiritual convirtiéndose en amor.

Ejemplo para trascender el pensar

En “El umbral del mundo espiritual” Rudolf Steiner da un ejemplo de meditar a partir del pensar:

 “ ¿Qué soy yo en la corriente infinita del suceder universal, con mi sentir, mis deseos y mi voluntad, algo que en el fondo solo me afecta a mi?. El pensar relacionado con este suceder universal te acoge a ti y a tu alma;  tu vives en este acontecer si permites que su esencia se introduzca en tu pensamiento. No solo pienso yo, sino que algo se está pensando dentro de mi, mi alma es simple escenario donde el mundo se despliega como pensamiento, pensando me siento uno con la corriente del suceder universal.”

Interiorizando dicha meditación podemos dar un paso más.

Pensar independizándose del cerebro

Es evidente que requerimos de un cerebro como órgano para pensar. Pero, al igual que el piano solo es el instrumento del cual el artista es capaz de extraer la música, nosotros podemos pensar independizándonos del cerebro. Podemos dejar que los impulsos del logos penetren en nosotros dejando que el universo penetre en nosotros, algo que experimentamos cuando nos pensamos aquello que estamos percibiendo, sino su devenir, algo que podemos practicar con la meditación de la semilla propuesta por Steiner.

Esta idea, aunque a veces banalizada se encuentra detrás del aforismo de creer es crear.

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