El ejercicio del asombro
Vamos a presentar el ejercicio del asombro tal y como lo presenta Rudolf Steiner en varios de sus escritos:
Ejercicios del alma (GA 267)
Traducción propia:
En el quinto mes, hay que intentar desarrollar el sentimiento de ser completamente imparcial ante cada nueva experiencia.
Aquel que busca el desarrollo esotérico debe abandonar aquello que nos encontramos cuando la gente dice ante algo que acaba de oír o ver: «Nunca había oído eso antes, nunca había visto eso antes, eso no me lo creo, eso es falso.
Debe estar preparado para aceptar una experiencia completamente nueva en cualquier momento. Lo que hasta ahora había reconocido como válido, lo que le ha parecido posible, no debe ser un obstáculo para acoger una nueva verdad.
Puede sonar radical pero es correcto que si alguien se le acerca a un alumno de lo esotérico y le dice «El campanario de la iglesia X se encuentra desde esta noche totalmente torcido», este ha de dejar entreabierta la puerta de poder creérselo, y poder estar abierto a la ampliación del conocimiento de las leyes naturales con lo inaudito que acaba de escuchar.
Aquel que centre su atención en este quinto mes en pensar de esta manera, tan conscientemente abierta, notará que un sentimiento se desliza en su alma que vivificará el espacio que se había abierto en el cuarto ejercicio.
Este sentimiento resulta extraordinariamente fino y delicado, debiendo tratar de captar atentamente esta sutil vibración alrededor de uno y, al mismo tiempo, ofreciéndose para dejarse penetrar por los cinco sentidos.
Es decir, permitir su acceso, por los ojos, por los oídos o a través de la piel por el sentido del calor. En cambio, se prestará en este estado del desarrollo menos atención a las impresiones de los sentidos inferiores como son el gusto, el olfato o el tacto.
En esta etapa todavía no resulta posible distinguir las numerosas influencias negativas que se mezclan en este territorio con las positivas, por lo que será tarea de un siguiente nivel de desarrollo.
De la ciencia Oculta, un bosquejo (GA 56)
Traducción propia:
El pensar en conexión con la voluntad experimenta una cierta maduración cuando uno trata de no dejar perder su receptividad hacia lo que está viviendo por el hecho de haber tenido experiencias anteriores.
Aquel que está tratando de desarrollarse espiritualmente, deberá abandonar el pensamiento de «Nunca he oído eso antes y por eso no me lo creo.» Deberá, durante un cierto tiempo, partir de que en cualquier ocasión y por cualquier cosa puede encontrar algo nuevo.
Ante cada brisa, cada hoja de un árbol, cada balbuceo de un niño, se debe estar en disposición de adoptar un punto de vista que hasta ahora no se había tenido en cuenta.
Sin embargo, es posible ir demasiado lejos con respecto a dicha capacidad. Uno no debería prescindir con este ejercicio de las experiencias que ha tenido acerca de determinadas cosas. Se debe poder juzgar lo que se está viviendo en la actualidad con las experiencias que se han vivido en el pasado. Esto es lo que debe entrar en un plato de la balanza, mientras que el que en el otro platillo, aquel que busca su desarrollo espiritual, tiene que encontrarse en disposición de experimentar lo nuevo.
Y, sobre todo, debe mantener la creencia de que nuevas vivencias pueda contradecir experiencias anteriores.
En (Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores)
Traducción propia:
Lo quinto es la imparcialidad frente a las manifestaciones de la vida. En relación a esto se puede hablar de fe o de confianza. Aquel que está en su desarrollo espiritual deberá situarse frente a cualquier persona y frente a cualquier ser, con plena confianza y será con esta actitud con la que emprenda sus acciones.
Nunca dice ante algo que se le diga «Eso no lo creo, porque contradice la opinión que mantengo hasta la fecha». Por el contario, se encuentra en cada momento en disposición de cambiar su opinión y perspectiva para contrastarla con una nueva, estando siempre receptivo para aquello que le llegue.
También confía en todo aquello que emprende, eliminando cualquier vacilación y duda de su ser.
Si tiene una intención, también posee la fe en la fuerza de esa intención, y cien fracasos no podrán restarle dicha confianza, porque es esa fe que mueve montañas.