Observarse desde el Yo superior

Rudolf Steiner lo denominó calma interna cuando regaló al mundo una preciosa práctica sencilla para observarse desde el Yo superior. Aparece en las primeras páginas de su libro de Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores

Como llevar a cabo el Observarse desde el Yo superior

Lo primero que dice Steiner es Procura reservarte momentos de calma interior para aprender a
discernir lo esencial de lo secundario

Se deben buscar momentos que no correspondan a la vida cotidiana, y ese algo al que se consagrara entonces será, pues, totalmente distinto de sus habituales ocupaciones, (…) pudiendo bastar cinco minutos si no se dispone de más tiempo.

Durante ese periodo se debe uno alejar de las tareas de la vida cotidiana para consagrarse a una actividad totalmente distinta al quehacer diario.

Como espectador se comenzará a observar placeres, dolores, preocupaciones, experiencias, acciones propios desfilando ante el alma, pero contemplándolo desde un punto de vista más elevado.

Para familiarizarnos con esta actitud se puede pensar cuan distinto nos parecen las experiencias y acciones cuando les ocurren a los demás. La diferencia entre aquello que se encuentra entretejiendo nuestra vida y experimentamos a aquello de la vida de los otros a lo que asistimos en calidad de espectadores.

Se tratará en esos momentos de recogimiento de observar y evaluar nuestras propias experiencias y acciones como si fuesen tenidas o ejecutadas por otra persona. Por ejemplo, una desgracia que nos aflige se observa de forma muy diferente si le ocurre a alguien ajeno. Esto es natural y consustancial a la naturaleza humana.

(…) Puede resultar de gran ayuda consigo mismo, en ciertas ocasiones, como si se fuera un extraño; observarse con la serenidad de un juez. Cuando se logra desvincularse de las vivencias personales propias aparecen bañadas en una nueva luz que permite discernir y separar lo secundario de lo esencial.

(…) Se podrán separar la pesadumbre y la alegría que acompañan a cualquier situación alcanzando la ecuanimidad,

Es como si hubiéramos pasado un día por un lugar, mirando lo más pequeño a la misma distancia que lo más grande y al declinar la tarde ascendiéramos a una colina vecina para abarcar con una sola mirada todo el conjunto, observando un cambio en las proporciones reciprocas. No siempre puede lograrse con las vicisitudes presentes pero si se debe uno esforzar por lograrlo con lo que nos ha pasado.

El valor de tal introspección tranquila no depende tanto de qué es lo que uno perciba, sino de saber encontrar dentro de sí la fuerza que desarrolla tal quietud interior.
Es que cada ser humano, al lado de lo que podríamos llamar el «hombre cotidiano», lleva en su interior un hombre superior, que permanece oculto hasta que se le despierta; y solamente cada uno en lo personal puede despertarlo dentro de si. En tanto esto no se logre, persisten ocultas las facultades superiores latentes que conducen al conocimiento suprasensible. (…)

Para toda persona que así proceda, un día llegara en, que le circundara la luz espiritual y en que vera desplegarse un mundo completamente nuevo, con un ojo antes desconocido.

Con esta práctica el hombre completo ganará en serenidad y acierto en todos sus actos y no se turbará ante cualquier incidente, haciéndose dueño de su existencia, no quedando a merced de las circunstancias e influencias exteriores

Pronto notará que fuente de vigor representan para él esos instantes de aislamiento. Comenzara a no enojarse por cosas que antes le irritaban; dejará de inspirarle temor lo que antes se lo producía; adquirirá una concepción de la vida enteramente nueva. (…) Superar todo pensamiento que pudiera inspirarle timidez, porque sabe que precisamente ella podría estorbar el cumplimiento de su deber y que, en todo caso, no le ayudaría a desempeñar mejor sus quehaceres.

Dentro del ser humano el «hombre superior» se encuentra en constante evolución; pero que solo la calma y la serenidad descritas hacen posible un desenvolvimiento ordenado, para convertirlo en soberano que con mano segura dirige la conducta del hombre ordinario.

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