La flor de Loto de los diez pétalos

La flor de Loto de los diez pétalos, también denominado Chakra del plexo solar o manipura मणिपूर चक्, en sánscrito. Rudolf Steiner la menciona como de ocho pétalos.

Características de la flor de Loto de los diez pétalos

En la tradición del Yoga a esta flor se la daba un color amarillo

Situado en el plexo solar

En la zona de la boca del estómago (epigastrio)

Relacionado con la esfera de venus

En el mundo antroposófico el chakra de la frente se relaciona con la esfera de venus que tiene que ver con la laringe, la encarnación de la persona y el llevar las intenciones a la acción.

También tiene relación con la expresión y la comunicación, porpio de que la laringe es el órgano responsable de la fonación.

Relacionado con el páncreas

Este chakra se relaciona páncreas. glándula encargada de la secreción de insulina que controla el metabolismo glucídico, (del azúcar en sangre).

Otras relaciones

A esta flor de loto se le ha vinculado con el ámbar, el ojo de tigre y el cuarzo citrino

Musicalmente está asociado a la nota Fa

Papel de este chakra

Este chakra tiene que ver con el papel de tomar el control y el poder desde nuestro interior hasta poder dominar nuestras circunstancias

Trabajar espiritualmente (abrir) la flor de Loto de los diez pétalos

De la apertura esta flor es de la que más habla Rudolf Steiner en su libro Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores:

El desenvolvimiento de la flor de loto de diez pétalos

Requiere un cultivo psíquico de una índole particularmente delicada; el dominio consciente de las mismas impresiones sensorias.

Evitar ilusiones

Este dominio es particularmente importante en los pasos iniciales de la clarividencia para evitar muchas ilusiones y veleidades espirituales. En general, el hombre no se da cuenta de las influencias que determinan y producen sus divagaciones y sus recuerdos.

Dos ejemplos

Tomemos por ejemplo, el caso siguiente: una persona viaja en tren absorbida por un pensamiento; de súbito este pensamiento toma otra dirección; recuerda entonces alguna experiencia que le ha acontecido años atrás y enlaza este recuerdo con sus pensamientos presentes. No se ha dado cuenta que su mirada se posó en alguien que se parecía a una persona relacionada con la experiencia que revive. No tiene conciencia de lo que ha visto; pero sí percibe el efecto e imagina que el recuerdo ha sido «espontáneo». ¡Cuántas cosas acontecen así en la vida! ¡Cómo se enlazan en nuestra vida las cosas aprendidas u oídas, sin que nuestra conciencia se dé cuenta de la asociación!

Otro ejemplo: una persona no puede soportar cierto color, sin ser consciente que esto le sucede porque el maestro que la atormentaba hace mucho años vestía un traje del color que rechaza. Innumerables son las ilusiones que se basan en asociaciones de este tipo. Algunas cosas se graban en el alma sin llegar a incorporarse en la conciencia. Puede darse el siguiente caso: alguien lee en el periódico la noticia de la muerte de una personalidad conocida.

Poner en duda los presentimientos

Afirma ahora con plena convicción haber tenido «ayer» un «presentimiento» de esta muerte, aunque nada había visto ni oído que hubiera podido sugerirle semejante idea. Y, efectivamente, es cierto que «ayer» le vino, como «espontáneamente», el pensamiento de que iba a morir esa persona. Sólo que se le escapó un detalle: unas horas antes de que le viniera ese pensamiento, se encontraba de visita en casa de algún amigo, donde había un diario en la mesa, y aunque no lo leyó, sus ojos fueron a dar sobre la noticia de la grave enfermedad de la persona en cuestión. Esta impresión no llegó a su conciencia; pero tuvo como efecto el «presentimiento».
Cuando se reflexiona sobre todo esto uno puede darse cuenta de cuántas ilusiones y fantasías se derivan de ello, ilusiones y fantasías que deben absolutamente evitarse por quien pretenda desarrollar la flor de loto de diez pétalos, el órgano que permite percibir cualidades recónditas del alma.

Conciencia y control de todas las impresiones que penetran en nuestro interior

Sin embargo, esas percepciones sólo son dignas de crédito si el discípulo se ha hecho inmune a tales ilusiones. Con ese objeto el discípulo debe adquirir el dominio de todo cuanto le impresiona del mundo exterior hasta el punto de poder cerrar el paso a toda impresión que no quiera recibir. Sólo mediante una vida interior intensa cultiva el discípulo esta facultad, y gracias al esfuerzo de su voluntad sólo podrán causarle impresión los objetos sobre los que enfoque su atención, a la vez que logrará sustraerse a toda impresión que intencionalmente no busque. No verá más que lo que quiera ver, y aquello hacia lo cual no dirija su atención dejará efectivamente de existir.

Cuanto más vivido e intenso se vuelva el trabajo interior del alma, tanto mayor será ese poder, tanto mayor será la capacidad de evitar que su ojo y su oído vaguen sin rumbo, que sólo existan para él los objetos hacia los cuales dirija sus sentidos. Practicará el poder de no oír nada, aun en medio del mayor barullo, si no quiere oír; hará que sus ojos sean insensibles a los objetos que no mire intencionalmente, es decir, acorazará su alma contra toda impresión no consciente. Es en este sentido que el discípulo deberá dedicar especial esmero a su vida cogitativa: escogerá un pensamiento determinado procurando que no se vinculen con él otros pensamientos que los que él quiera asociar consciente y voluntariamente.

Rechazar divagaciones

Rechazará las divagaciones fortuitas y, antes de enlazar un pensamiento con otro, investigará cuidadosamente de dónde procede este último. Irá todavía más lejos: cuando, por ejemplo, sienta cierta antipatía con respecto a no importa qué cosa, se empeñará en combatirla y establecer una relación consciente con el objeto en cuestión. De esta manera, los elementos inconscientes que invaden su alma van disminuyendo progresivamente. Sólo mediante esta autodisciplina rigurosa, la flor de loto de diez pétalos irá adquiriendo la forma que debiera tener. La vida interior del discípulo debe ser una vida de atención y hay que saber alejar todo aquello a lo cual no se quiere o no se debe prestar atención.

Cuando a la autodisciplina se le agrega la meditación conforme a las instrucciones de la Ciencia Espiritual, se ve madurar de manera normal la flor de loto en la región del epigástrico, y lo que antes se percibía tan sólo como forma y calor mediante los sentidos espirituales citados, aparece ahora espiritualmente luminoso y coloreado. (…). Debe tenerse en cuenta que es precisamente en esa etapa de la evolución donde se requiere el mayor esmero, por el intensísimo juego de los recuerdos no conscientes. De no ser así, muchos poseerían tal sentido, ya que surge casi inmediatamente después que el hombre domina en verdad las impresiones de sus sentidos hasta el punto de someterlas por completo a su atención o rechazo. Este sentido psíquico sólo permanece inactivo mientras el poder de los sentidos físicos lo ensordece y embota

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!