Cuerpo, alma y espíritu

Introducción

Rudolf Steiner legó a la humanidad una imagen tripartita del ser humano al describir como está compuesto por cuerpo, alma y espíritu.

Él definió la antroposofía en las últimas semanas de su vida como «un camino de conocimiento para guiar lo que hay de espiritual en el ser humano hacia lo que hay de espiritual en el universo«. Este camino es hoy más necesario que nunca, dado los momentos que estamos viviendo.

Desde comienzos del siglo pasado la humanidad ha entrado en un proceso de materialización que ha puesto en riesgo su vida anímica y espiritual y por tanto, la evolución del hombre. Steiner que ya intuyó las circunstancias actuales anunció que para esta época la antroposofía ya no se podría limitar a un conocimiento, sino que habría de convertirse en una tarea.

Para ello, el primer paso deberá ser, que el ser humano actual pueda comprender y vivir las tres entidades que habitan en él: cuerpo alma y espíritu.

El cuerpo

El cuerpo es el vehículo que nos permite habitar en este planeta.

Mediante él y los sentidos que viven en él somos capaces de entrar en contacto con el mundo. Así gracias a nuestro cuerpo, vemos el cuerpo de los otros y es nuestro cuerpo lo que los otros ven de nosotros. 

El cuerpo está integrado por cuatro:

El cuerpo físico

Es aquel que se asemeja a los minerales y que está totalmente dominado por las fuerzas físicas. Para tener una imagen aproximada de él podemos observar un cadáver. En este se puede comprobar como el abandono de la vida hace que el cuerpo físico comience a desintegrarse para que la materia sea devuelta a a la tierra.

El cuerpo etérico o vital

El cuerpo etérico vital, así como los otros dos superiores, ya no se puede apreciar mediante los sentidos convencionales.

Aporta la vida al cuerpo físico, impidiendo su descomposición. Dirige las funciones metabólicas como son las de nutrición, respiración, circulación, etc.. y que compartimos con los vegetales. Para ver una imagen de esa unión, de ese complejo físico-etérico, basta con contemplar una persona durmiendo, alguien que “vegeta”.

El cuerpo anímico o astral

En este cuerpo se ancla el alma, que se describirá más adelante. Lo compartimos con los animales y como ellos nos aporta la conciencia y la capacidad de movimiento. Crea un espacio propio, característico de todo lo anímico, y esto se refleja en el cuerpo humano en su capacidad para la creación de los órganos.

La organización del yo

En el cuerpo el yo de cada persona se vincula para crear la propia entidad personal.

Además del cuerpo tenemos otras dos entidades suprasensibles:

El alma

El alma es el espacio de vida interior de cada persona, responsable de que cualquier individuo viva una experiencia de manera propia, diferente al resto y es lugar donde se  acumulan todas las vivencias personales.

Se relaciona con el mundo mediante el pensar, el sentir y la voluntad.

Con el pensar somos capaces de introducir al mundo exterior en el alma. Así nuestro cuerpo nos da una información percibida por nuestros sentidos y es en nuestra alma donde esta es conceptualizada mediante el pensar. Cuando esta actividad es purificada mediante ejercitación, el ser humano puede llegar a hallar el ideal de la verdad, alcanzando un pensar espiritual y llegar ver en imágenes el mundo espiritual, sentirlo y comunicarlo (inspiración) y actuar según los criterios (intuición).

La voluntad es la fuerza que nos lleva a que lo que se encuentra en el interior de nuestra alma salga, siendo la intención con la que actuamos. Su ideal es la bondad

Nuestro sentir es aquello que equilibra las fuerzas del pensar y voluntad, dotando a ambas de belleza.

El alma es en estos momentos el lugar donde está trabajando la humanidad y es espacio de encuentro el que más se encuentra amenazado.

El espíritu 

Cada ser humano es capaz de traer el mundo espiritual a la tierra mediante su Yo y es esta la parte que trasladamos de encarnación en encarnación. 

A lo largo de nuestra biografía existen momentos en que podemos conectar con este Yo superior que nos permite dotar de sentido a nuestra existencia terrestre. Las vibraciones espirituales son como una ligera brisa; es por eso que para poder escucharlas uno deba hacer silencio dentro, ya que no se la puede escuchar cuando uno está en plenas tormentas anímicas.

Para cumplir la misión del ser humano actual de guiar lo que hay de espiritual en él hacia lo que hay de espiritual en el universo se requiere estar despiertos, atentos a lo que está ocurriendo, vivir en este mundo, pero tratando de no perder la conexión con lo espiritual. Siendo el alma de cada uno de los seres humanos el lugar ideal de encuentro para llevar esto a cabo. 

Para escuchar este texto de cuerpo, ala y espíritu en vídeo

El mismo texto leído por Caro Hernández de Palabra de Rudolf Steiner

La idea de la tripartición para la meditación

Meditar sería la capacidad de tener autoconciencia de nuestro espacio interior, el alma. Es decir, ser capaces de conectar con el Yo profundo de cada uno, para desde ahí poder leer lo que ocurre en el interior nuestro y en el mundo.

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